- ¿Cómo puedes llamar a eso amor? - preguntó observándome con aquella mirada irritante que solía odiar.

- Por lo que lo siento, o eso creo - dije, incrédulo

- ¿Que es lo positivo que posee esta persona exactamente? ¿Qué te aporta? - dijo, vehemente

- Ninguna que tu puedas ver - le respondí

- Crees que me convences a mi, pero solo estás intentando escudriñar en la más oscura celda de tu interior aquella apagada voz que ladra diciéndote que sólo te engañas a ti mismo

- A veces, hay que dominar a eso que llamas perro, y sacar al gato, porque nada puedes hacer cuando aparecen los ratones

- ¿No crees que encontrarás alguien mejor, alguien del que verdaderamente te enamores?

- ¿No crees que es hora de dejar de preguntar?

Nos atamos a la más mínima esperanza, asegurando, o creyendo hacerlo, nuestro destino; un destino que escogemos deliberadamente, por lo que, de forma deliberada escogemos no escoger nuestro verdadero destino, el amor.

¡VIVAN LOS NOVIOS!